El Resurgir de los Clowns Aterradores
En 2016, las inquietantes apariciones de clowns aterradores causaron revuelo en YouTube y otras plataformas en línea. Michele Coscia, un informático de Harvard, se ha dedicado a investigar cómo ciertas ideas logran volverse virales en internet. Sorprendentemente, el fenómeno de los clowns aterradores logró resurgir con éxito, desafiando las expectativas de que solo lo novedoso puede captar la atención del público.
La Competencia de los Mitos Virales
Coscia ha demostrado que para que un meme triunfe, debe diferenciarse de la competencia. Los clowns aterradores, presentes desde hace tiempo en la cultura popular gracias a películas de terror, parecían no tener espacio para destacarse. Sin embargo, este fenómeno desafió la lógica habitual, convirtiéndose en una excepción que confirma la regla.
La Canonicidad y la Viralidad
Coscia propone una hipótesis basada en la “canonicidad” de los memes. Una idea menos común tiene más probabilidades de volverse viral. En el caso de los clowns aterradores, la combinación de clowns bromistas y clowns terroríficos generó una nueva idea de baja canonicidad, lista para conquistar la red.
El Papel de la Psicología Social
La psicología social también juega un papel crucial. Según McAndrew, los medios sociales pueden distorsionar la percepción de la magnitud de un fenómeno y el nivel de amenaza que representa. La precaución ante los clowns asesinos se convierte en una prioridad para muchos, aunque la amenaza no sea real.
Qué recordar sobre los Clowns Aterradores
En resumen, el fenómeno de los clowns aterradores nos muestra cómo las ideas pueden desafiar las expectativas y volverse virales, incluso cuando no son nuevas. La combinación de elementos inesperados y la amplificación de las redes sociales pueden dar vida a fenómenos que, de otro modo, no tendrían cabida. Sin embargo, cabe preguntarse si estamos siendo manipulados por nuestras propias percepciones y miedos, y si es momento de reevaluar cómo interactuamos con estas tendencias en línea. La discusión está abierta: ¿debemos temer a lo que vemos en internet, o más bien a cómo lo interpretamos?